martes, 10 de mayo de 2011

Visita a la ciudad del Vaticano

Roma es compartida por dos estados el de Italia y el Estado Vaticano. Al entrar no nos pedirán pasaporte, ni veremos controles policiales ni nada que se le parezca, está completamente integrado en la ciudad de Roma.
Es uno de los lugares que no nos tenemos que perder si viajamos a la Ciudad Eterna.
Es un lugar curioso que a algunos despierta sentimientos de fervor religioso y a otros una sensación de estar en un lugar que irradia poder.
No obstante es el centro del catolicismo en todo el mundo, el lugar donde el papa tienes su lugar de residencia desde el que ejerce las funciones de jefe de la Iglesia Católica como heredero de San Pedro.


Plaza y Basílica de San Pedro

El lugar se encuentra amuralladado y gran parte está ocupado por su centro neurálgico: la plaza de San Pedro.
Accederemos a esta plaza desde la Vía della Conciliazione. Podemos decir que hemos entrado en otro país: el Estado Vaticano.

Es un lugar espectacular obra de Gian Lorenzo Bernini. Fue realizada entre 1655 y 1667.
Está enmarcada por una galería de columnas repartidas en 4 filas. Tienen 13 metros de altura. El autor realizó esta galería con unas proporciones que permitieran realzar la enorme Basílica de San Pedro.
Además las columnas están separadas lo suficiente como para que un carruaje pueda pasar por ella.
En la parte superior de la galería hay 140 estatuas que corresponden a santos de la iglesia católica.
La plaza se abre como si fueran 2 brazos. Bernini diseñó esta plaza como una antesala del templo más importante de la Cristiandad.
Aquí el Santo Padre suele celebrar algunas liturgias más solemnes, en especial las que reúnen a grandes multitudes.


Capilla Sixtina

Es uno de los tesoros del Vaticano y del arte mundial. Esta espaciosa capilla fue construida a finales del siglo XV, por orden del papa Sixto IV, de quien toma su nombre. Anteriormente había otra que fue demolida llamada la capilla magna.
Su decoración a base de frescos ha sido objeto de elogios. Sus artistas son los más grandes de la época como Miguel Ángel, Rafael y Botticelli. La iconografía empleada es densa y requiere de mucha atención. Aquí trataremos de explicar lo más destacado porque son cientos los personajes retratados y las historias contadas.
Desde los tiempos de Sixto IV, la capilla ha servido como lugar de diversas actividades papales. Hoy es la sede del cónclave, la reunión en la que los cardenales eligen a un nuevo Papa.


Estancias de Rafael

Las cuatro estancias, llamadas de Rafael, eran parte de los aposentos situados en el segundo piso del Palacio Pontificio. Fueron escogidos por Julio II, pontífice desde 1503 hasta 1513, para su residencia personal y sus sucesores. La decoración pictórica fue realizada por Rafael y sus discípulos entre 1508 y 1524.
La Estancia de Constantino estaba  destinada a las recepciones y las ceremonias oficiales. Fue decorada por la escuela de Rafael, basándose en los dibujos del maestro, ya que murió prematuramente antes de acabar los trabajos.
La Estancia de Heliodoro tenía como función la de acoger las audiencias privadas del pontífice. Fue decorada por Rafael inmediatamente después de la estancia del Sello. El programa pictórico es político, el pontífice  Julio II quiere liberar Italia, ocupada en aquel momento por los franceses, para devolver al papado el poder temporal amenazado.

La Estancia del Sello está decorada con los frescos más famosos de Rafael. Son el inicio de la obra del pintor en el Vaticano.
La habitación toma el nombre del más alto tribunal de la Santa Sede: Signatura de la gracia. Estaba presidido por el pontífice, quien solía reunirse en esta sala a mediados del siglo XVI. Originariamente la estancia fue destinada por Julio II como biblioteca y estudio privado: el programa iconográfico de los frescos, realizados entre 1508 y 1511, se une a esta función.
La Estancia del Incendio de Borgo fue utilizada durante el pontificado de Julio II para las reuniones del alto tribunal de la Signatura de la gracia. Esta función se relaciona con las pinturas de la bóveda de 1508. El sucesor de Julio II, León X  la destinó  a comedor y encargó pintar al fresco las paredes a Rafael, quien confió gran parte de la realización de ésta a sus alumnos. Los frescos ilustran las aspiraciones políticas de León X a través de historias sacadas de las vidas de dos papas anteriores con el mismo nombre: León III y León IV. En todos los episodios el papa tiene el aspecto del pontífice reinante, León X.

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